Níjar

Alfarería y Jarapas

Alfarería y Jarapas

Una visita a Níjar es una visita a su artesanía, conocida por conservar la tradición tanto en la cerámica como en sus jarapas (o “harapas”). Las…
Una visita a Níjar es una visita a su artesanía, conocida por conservar la tradición tanto en la cerámica como en sus jarapas (o “harapas”). Las piezas de cerámica surgen de las manos de los experimentados artesanos, con siglos de tradición, y un colorido típico que las distingue de las industriales. Son un verdadero tesoro con un arduo trabajo, al igual que las jarapas, que aún se elaboran en los telares. Todas ellas se adquieren como recuerdo del paso por esta Villa, pero que han sido utilizadas en la vida diaria por los habitantes del lugar. Algunos de los talleres u oficios pueden ser visitados y ver en directo los diferentes procesos. La cerámica nijareña, con siglos de tradición, es un proceso manual que se inicia con el alfarero en su torno a ras de suelo hace surgir las diferentes piezas con técnicas y procesos que se han transmitido de generación en generación. Tras el proceso de secado se aplican las tinturas, obtenidas con óxidos de metal, y cuya decoración tiene rasgos muy peculiares. El horneado, si bien antaño se hacía en hornos de leña, ahora se hace en otros más modernos y que permiten mantener una temperatura constante. Las piezas son variadas y van desde utensilios para la vida diaria a lo necesario para el transporte de agua. Hoy en día se siguen utilizando con estos fines aunque también se han convertido en elementos decorativos por su gran calidad y belleza. Níjar también es tierra de telares que se elaboraban con retales o “harapos” en telares de armazón de madera, anclado al techo y paredes, con urdimbre horizontal y pedales para mover los hilos alternativamente con el fin de que la lanzadera en su recorrido de vaivén vaya entrelazando el tejido y formando la jarapa. La elección de los colores y el azar hace que cada una de éstas piezas sean únicas y de gran belleza. En el pasado eran utilizadas para proteger los colchones, como tendal (para recoger aceitunas) y como mantas. En la actualidad siguen manteniendo esta función, pero también se usan para decorar como tapices y alfombras.