Alcúdia

Ciudad Romana de Pol·lèntia

Ciudad Romana de Pol·lèntia

Ciudad Romana de Pol·lèntia En el 123 a.C. las Islas Baleares, bajo el mando del Cónsul romano Quinto Cecilio Metelo fueron integradas al mundo romano…
Ciudad Romana de Pol·lèntia En el 123 a.C. las Islas Baleares, bajo el mando del Cónsul romano Quinto Cecilio Metelo fueron integradas al mundo romano y se fundaron las ciudades de Pol·lèntia (en Alcúdia) y Palma. Como consecuencia se impuso una nueva cultura y lengua: el latín. Con el proceso de romanización se implantaron nuevos modelos urbanísticos y aparece la vida urbana por primera vez. Pol·lèntia al encontrarse situada entre dos bahías dispuso de dos puertos: el puerto Mayor en la Bahía de Alcúdia y el Puerto Menor en la de Pollença. Los vestigios encontrados en La ciudad romana de Pol·lèntia, nos demuestran que fue una ciudad que conoció momentos de gran esplendor. Historia del yacimiento Las primeras noticias de Pol·lèntia datan del siglo XVI, debido a una serie de hallazgos casuales tan importantes como el busto de Augusto Velado, y que suponen el punto de partida de toda una serie de estudios que se dilatan en el tiempo hasta la actualidad. Las primeras excavaciones sistemáticas se iniciaron en la década de los 20 con el profesor Gabriel Llabrés Quintana y Rafel Issassi. En 1936 la guerra civil marcó un inciso en las investigaciones, que más tarde se reanudaron hasta nuestros días, con nombres tan destacados como Almagro, Tarradell, Arribas o Wood y, a partir de la década de los 50, mediante la creación del Centro Arqueológico hispanoamericano, sujeto al mecenazgo de la Fundación William Bryant, que finalizó su labor en los últimos años de la misma década, siendo relevada por el Consistorio de la Ciudad de Pol·lèntia. Zona arqueológica La ciudad romana de Pol·lèntia está ubicada al sur del centro histórico de Alcúdia, en dirección al puerto. Con una extensión de entre 16 a 21 hectáreas, en las que pueden encontrarse diferentes áreas excavadas, que ponen de manifiesto diferentes aspectos reveladores del estilo de vida en esta ciudad durante la época romana. El espacio excavado permite ver una estructura urbana, totalmente planificada con un trazado reticular con calles paralelas y perpendiculares, un conjunto de casas (La Portella), el foro donde se ubicaban los edificios públicos y ya en las afueras el teatro. La Portella: Esta área, situada al sur de la iglesia parroquial, es la más cercana al centro histórico. Los restos que todavía pueden apreciarse corresponden a un barrio de casas: la casa “de los dos Tesoros”, de la cual se conserva toda la planta organizada por el patio central o atrio; la casa “de la Cabeza de Bronce”, y la casa “Noroeste”, además de una serie de estructuras categorizadas como talleres. Actualmente puede apreciarse el trazado viario, así como un fragmento de la muralla romana del siglo III d.C. El Foro: Este espacio constituía el centro social y religioso de la ciudad. Desde su interior pueden apreciarse restos del templo capitolino, un conjunto de tabernae (tiendas) que constituían la zona comercial, así como otras estructuras de las que cabe destacar el edículo, que actualmente centra buena parte de las investigaciones sobre el trazado urbano de Pol·lèntia. En el foro, es donde actualmente se llevan a cabo las campañas de excavación durante el período estival. La larga utilización de esta área culminó con el asentamiento de una necrópolis (alrededor del año 600 d.C.). El Teatro romano: Situado a las afueras de la ciudad de Pol·lèntia, constituyó un centro de ocio para toda la población a partir del siglo I d.C. De su estructura en planta semicircular y sin cubierta, se conservan buena parte de la cávea o gradería, la orquesta y la escena. También se pueden ver, al igual que en el Foro, los restos de una necrópolis sobre las estructuras del teatro. Cabe destacar la particularidad de tratarse de un teatro excavado en la roca, a diferencia de la mayoría de los teatros romanos. Desde hace treinta años se realiza en agosto un ciclo de teatro y cuenta con un gran número de seguidores que con su presencia mantienen vivo el espíritu de nuestros antepasados.